Aprendimos de nuestros padres a lamentarnos y sufrir cada que se presentaba un problema o una crisis y este comportamiento ha sido reforzado por la misma sociedad a tal grado que creemos que esta es la manera «normal» de sentir y de reaccionar. Tememos el vernos inmersos en un gran problema, a sentirnos en crisis. Nos frustramos. Por ello buscamos evadirlos o no querer reconocerlos y aceptarlos.Lo que no te dijeron es que un problema o una crisis es la oportunidad perfecta para evolucionar, para llevar tu vida al siguiente nivel. Una crisis es un cambio. Es la transición entre la vieja energía o pensamientos que ya no funciona en ti y la llegada de esa nueva energía que tu ser interior comienza a generar porque sabe que hay algo más grande para él, que está por venir y que es el momento de pasar al siguiente nivel. Y así comienza ese viaje al interior en donde te cuestionas mil y un por qués de lo que te sucede o lamentándote de «errores» que crees cometer. La pregunta que hay que hacerse no es ¿Por qué? Ni ¿por qué a mí? Porque estarías repitiendo la vieja energía, los viejos patrones de comportamiento aprendidos.La pregunta correcta que hay que hacerse es:¿PARA QUÉ? ¿Para qué me está sucediendo esto? ¿Qué debo aprender yo aquí? ¿De qué manera esto que me está sucediendo me hace más grande?
Lo «anormal» es no hacer nada. Lo «normal» es crecer, evolucionar, superarse. Así que si estás pasando por un momento difícil, de esos en que piensas en que no hay salida… lejos de preocuparte y repetir viejos patrones… AGRADECE que lo tienes, porque es el Universo, Dios, la Vida diciéndote: ¡Hey… Te toca! ¡Sigues tú… Es tu momento de despertar!